
«Antiguamente, cuando había temporal de mar, se encendía un gran fuego en el interior de nuestra Catedral.
Cuando los pescadores y marineros ya se creían perdidos en las oscuras y agitadas aguas de un mar enloquecido, el enorme rosetón de iluminadas entrañas los guiaba hasta su hogar.
Cuando os sentáis perdidos, buscad la luz; siempre os llevará a casa.»